Como siempre en los pueblos antioqueños, el primer contacto a Jardín fue su plaza, o como se siempre dice aquí, el parque. El parque, el centro del municipio de unos 14 mil jardineños, es grande, muy lindo y muy vivo, no solamente en el domingo, pero también en la semana. Es rodeado con restaurantes y cafés y en parque y en lugar de sillas plásticos, todas son de modelo igual, de madera y fortificadas para el estilo del pueblo.
Parece vida buena, verdad?
Al lado de la iglesia hay un café muy bueno. Los hermanos analizan la situación actual del país esperando su tinto (un café negro pequeño) y su cappuccino.
Elegimos un hotel campestre, tranquilo, pero con buenas conexiones con el pueblo por caminar, por motoratón o por el bus Urbana.
La recepción fue bien aireado. Estamos solamente 600 kilómetros al norte del ecuador, pero en la altura de 1800-1900 metros sobre el nivel del mar la clima es muy agradable, fresco pero no frío.
Al estilo antioqueño el hotel tenía muchísimas flores en sus terrazas y en todo su terreno. Con flores – y con algunos bananos puestos para alimentar – vienen los pájaros, hasta colibrís.
El colibrí fue difícil. El vino de repente, tardó dos segundos en cada flor y salió tan repente que llegó. Arrancar una cámara moderna toma diez segundos. Aquí quedó un momento en la rama de su flor preferido.
El visitante tiene muchas opciones de hacer en Jardín. Conocimos algunos animalitos volantes más en un túnel hecho por los manos de dos hombres en tres anos conectando una carretera con una cascada. El túnel fue un lugar excelente para los murciélagos.
No todos los murciélagos estaban descansando, algunos volaban entre nosotros. Por suerte ya había aprendido en Finlandia que no chocan con la gente. En la casa de campo que antes tuvimos, los murciélagos volaban en el crepúsculo cazando mosquitos y otros insectos pasando muy cerca.
El pájaro que más interesaba a nosotros fue el gallo de la roca (Rupicola peruvianus). Cerca del centro de Jardín hay un hábitat optima para él en una quebrada en una propiedad privada donde viven libres pero protegidos por el propietario. Fue un encanto observar a estos pájaros tan hermosas. Su plumaje es todo rojo de naranja con las alas de negra y gris.
Caminando por las carreteras andinas a menudo se ve unos nidos curiosos, pero en Jardín vi la primera vez el pájaro.
Jardín es un pueblo andino entre los nubes para volver. Hasta la próxima.